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miércoles, 16 de mayo de 2018

Isak Dinesen


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Un cuento minimalista: El festín de Babette.

        Isak Dinesen la autora de Memorias de África (1937) y Cuentos de invierno (1942), escribe sobre los principios religiosos de una comunidad de pescadores en un aislado pueblo de la costa danesa, y lo titula El festín de Babette (1934). Círculo de Lectores/Nórdica editan una nueva edición ilustrada por Noemí Villamuza de este cuento.


        El festín de Babette es un relato breve que narra la historia de dos hermanas, hijas de un pastor luterano, que en el pueblo noruego de Berlevaag había fundado un pequeño grupo piadoso. Una vez que muere el venerable maestro serán sus hijas, educadas en la austeridad y dedicadas a realizar obras de misericordia, quienes se encarguen de mantener viva la memoria de su padre y sus enseñanzas. Tras el episodio de unos amores frustrados, que convierten este relato en un auténtico cuento, Martine y Philippa, recogen a una misteriosa mujer francesa, Babette, que llega huyendo de la Comuna de París, y cuyo marido e hijo han muerto. Las hermanas, aceptan con cierto recelo la llegada de la mujer, que viene de la ciudad del pecado, sin embargo la admiten porque ha sido encomendada por un viejo amigo, Achille Papin, y ellas en su vida solo conocen la caridad.
        Desde la llegada de Babette han transcurrido doce años, en los que ha servido a sus señoras con abnegación y fidelidad, cuidando de los intereses de las hermanas. Por entonces se cumple el centenario del nacimiento del padre y maestro, y la buena sirvienta demanda el permiso de sus señoras para preparar una cena que celebre el acontecimiento. Las hermanas consideran la ceremonia un lujo innecesario y pecaminoso, pero acceden al ruego de su criada por ser la primera vez que demanda algo de ellas. Asombradas y asustadas, asisten a los preparativos de un fabuloso festín, porque a Babette le han enviado fabulosos manjares y exquisitos vinos de París, que ella misma ha pagado con el premio de diez mil francos ganados en la lotería. 


        La noche señalada los viejos discípulos y seguidores del venerable maestro viven una experiencia entre lo místico y lo sobrenatural al saborear los deliciosos platos y los finos vinos, del menú compuesto por Babette. Nadie es consciente de las finezas que saborean, a excepción de un viejo general, que conoce la vida mundana, y reconoce alguno de los elaborados platos franceses que en esa humilde casa noruega le sirven esa noche.
        Un sentimiento de felicidad, de alegre hermandad, une esa noche a los asistentes a la cena, cerrando así viejas heridas que amenazaban con disolver el pequeño grupo. Cuando, al terminar la velada, las hermanas acuden a la cocina a agradecer a su fiel Babette la espléndida cena que ha ofrecido a sus invitados, la criada les sorprende con la confesión de que la cena no ha pretendido ser un obsequio en reconocimiento a la caridad de las hermanas, sino una satisfacción que la propia Babette se ha querido otorgar a sí misma: fue el más famoso chef del más famoso restaurante de París, y cocinar es para ella un arte, a través del cual y por su diestra ejecución es capaz de otorgar la felicidad a la gente que disfrute de sus platos. Las hermanas piensan que Babette pretenderá regresar a su patria, dejando la humilde casa de las caritativas hermanas.
        En realidad, se trata de una sencilla pero hermosa fábula acerca del genio que una persona tiene, ese que no puede ocultar, y de la necesidad de dejarlo brotar cuando se presenta la ocasión, tanto para el deleite de los demás, como para propia satisfacción.

        Desde una perspectiva piadosa, Dinesen, convierte a Babette, en un instrumento humano abnegado y generoso que revela un estado de gracia en los personajes de esta historia. El halo de silencio que rodea a la cocinera francesa, la convierte en un personaje minimalista porque es una artista de la cocina, se recrea en la preparación de la cena, y muestra su carácter más generoso. Babette, en definitiva, es tremendamente fiel a su destino.

        Las ilustraciones, como siempre, acertadas de Noemí Villamuza (Palencia, 1971) que durante buena parte de su infancia pasaba ratos estupendos dibujando, así que se fue a Salamanca a estudiar Bellas Artes. Vive en Barcelona desde el año 1998, y lleva más de veinticinco libros publicados, uno de ellos fue Premio Finalista Nacional del Ministerio de Cultura, y otros han sido editados en Corea, Estados Unidos o Japón. En 2007 recibió el Premio Junceda por sus ilustraciones para El festín de Babette. Le gustan mucho los lápices suaves, vestirse de rojo y desayunar fuera de casa.








Isak Dinesen, El festín de Babette; ilustr., de Noemí Villamuza; Barcelona, Círculo de Lectores, 2017.

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