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jueves, 8 de marzo de 2018

Juan Eslava Galán



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VIDA DE UN HÉROE
              
       El cabo Juan Castro Pérez vive algunos de los episodios de la Guerra Civil con esa otra mirada que le otorgan tanto su oficio como su condición social. Con respecto a lo primero es acemilero y recorre el frente cordobés con sus mulas y, en cuanto a su condición humana, ha sido criado en la finca «La Quintería» del Marqués de la Pineda, situada en la provincia de Jaén, sobrevive con la esperanza de volver con sus padres y su señor. Una vez acabada la contienda piensa llevarse un botín de guerra: una mula abandonada que encontró una mañana mientras buscaba espárragos en el monte. Este es el planteamiento inicial de La mula (2003), la última novela de Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948), un autor que aprovecha el marco bélico para contar, con una mirada amable, no exenta de cierta ironía, algunas de las difíciles situaciones y experiencias vividas en ambos bandos.
       El marco histórico de la guerra es el frente de Sierra Morena, localizado geográficamente en muchos de los pueblos de la provincia de Córdoba, con recuerdos de su Jaén natal. El cabo acemilero se afana, en los últimos meses de contienda, porque no descubran al animal que no pertenece al regimiento y, así, sobrevive en el bando sublevado, esto es, el nacional, al que, poco antes, se ha pasado por su estricta condición servil. A trazos es un relato divertido sobre el sinsentido de un país levantado en armas pero cuyos soldados viven, a veces, en condiciones de verdadera camaradería. Y esto es lo más significativo de la novela, el tono humorístico de algunas situaciones y actitudes de sus protagonistas. Al cabo le ocurre algo que llevará a la novela por esos otros derroteros, el de la comicidad y el sarcasmo, cuando un mañana que pierde a la mula Valentina y, en medio de un bombardeo, sale a buscarla. La aventura termina felizmente, incluso un grupo de milicianos, ante la inminencia de un final, se entregan al acemilero para salvar la vida. Un avispado periodista de ABC aprovechará la gesta para convertir a Juan Castro en un héroe de guerra, condecorado por el mismísimo General Franco. A partir de la creación del héroe, los sucesos se precipitan para este antihéroe que debe viajar a Córdoba y rodar un documental para la industria cinematográfica alemana, seguirá hasta Burgos para asistir a la pantomima de una ceremonia que celebrará su valor frente al enemigo. En la ciudad, Eslava Galán, le hará vivir una experiencia sexual, denigrante, cuando una joven falangista se aprovecha de su torpe condición para saciar su apetito de macho obrero. Es su contribución a una superioridad de clase. De vuelta en el regimiento, algo ha cambiado, su antigua novia le ha perdonado sus mentiras, sus compañeros lo admiran; pero, en realidad, en una vuelta de tuerca  el joven acemilero percibirá cómo forma parte de una mentira, aprende que la guerra misma  unos la inician por interés y otros la padecen con el único deseo de sobrevivir. Y, finalmente, descubre su realidad más cercana cuando encuentra el cadáver de Churri, su vecino y amigo, y tiene que enterrarlo con sus propias manos o cuando se entera de que su novia, Conchi, lo ha dejado por un brigada de mejor familia. Para colmo, en el último recuento de acémilas y caballería descubren que, durante todo ese tiempo, no ha sabido contar los animales y su vuelta la realizará sin el ansiado botín después de haber participado en una guerra falsa que para él se ha convertido en una farsa donde tiene cabida tanto el dolor como la  muerte.





LA MULA
Juan Eslava Galán
Barcelona, Planeta, 2003

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